Puestos a contar calamidades, mi primera bici de adulto fue la de un joven fallecido en un accidente de tráfico con un camión, su padre la vendió porque cuando la veía en casa le recordaba a su hijo, era una BH negra de paseo, sin cambios, con guardabarros, frenos de varilla y ruedas de 650, muy pesada, y con ella y la maleta llena cargada en el portabultos trasero iba a trabajar a un pueblo a 7 Km. del mío, con un par de cuestas importantes. Terminé odiando la bici, era una paliza, y luego pasaron al menos 20 años sin montar en ninguna; si alguien me dice que terminaría subiendo los grandes puertos del Tour, aunque fuera a paso de carga, hubiera dicho que estaba loco. Pero cuando el médico me la recetó por problemas de flebitis o falta de riego sanguíneo en las piernas, ya tendría 40 tacos por lo menos, se convirtió en una afición, y lo bueno es que las piernas, que se me "dormían", dejaron de hacerlo de forma apreciable. Saludos